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Zapa-Franco, Rubal-Arias Y Blanco-Fraga: ¡Abróchense los cinturones!

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Los capitalistas no van a parar hasta que haya despido gratis y se anulen los servicios públicos

 Rafael Gómez Parra


 

   Zapa-franco, Rubal-arias y Blanco-fraga han tratado de convencer a los españoles –y casi lo consiguen- que han tenido que declarar el Estado de Alarma para salvar su democracia de cuatro millones de parados y unos bancos enriqueciéndose como nunca. A Esperanza Aguirre sólo le ha faltado dar palmas con las orejas. De un plumazo se han cargado cualquier posibilidad de hacer huelga en los sectores estratégicos, que son los que paralizan un país. Así podrán aumentar la edad de jubilación sin problemas y anular las ayudas a los desempleados. Y los sindicatos, como si no fuera con ellos.
  pepio1.jpgPero los banqueros y capitalistas no se conforman con las medidas antisociales impuestas por Zapatero. Son insaciables. El Banco Central Europeo ya ha pedido que se profundice en la reforma del mercado de trabajo –en román paladino, que se imponga el despido libre y gratuito para los empresarios- y que se reduzcan los servicios sociales públicos para reducir el déficit y pagar la deuda.
Lo ocurrido el 3 de diciembre, con la excusa de la huelga salvaje de los controladores aéreos, es lo más parecido a un golpe de Estado y la actuación del presidente Zapatero y los ministros de Interior, Rubalcaba, y de Fomento, José Blanco, tiene similitudes con la actuación de la Brigada Acorazada Brunete cuando se dirigió al Congreso para apoyar a Tejero. Por supuesto, en este caso, también el Rey estaba al tanto de lo que sucedía.
  La actitud golpista de Rubalcaba y Blanco había salido ya a la luz el pasado verano cuando ambos ofrecieron a la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, la militarización del Metro para parar la huelga de los empleados del transporte público madrileño. Lo mismo habría ocurrido si en la huelga general del 29 de septiembre si los sindicatos hubieran conseguido parar los transportes u otros sectores estratégicos. La idea no ha surgido de un día para otro y se ha ido madurando en los salones de La Moncloa después de ver las explosiones de malestar de los ciudadanos griegos y, posteriormente, de los franceses y de los estudiantes británicos.

APEDREAR AL PRÍNCIPE HEREDERO

  Hay que parar como sea las manifestaciones de descontento y, sobre todo, evitar que se paralice el país y haya que frenar el desmantelamiento de los derechos sociales y sindicales. El miedo aumentó cuando los trabajadores de las refinerías francesas estuvieron a punto de provocar la falta de combustibles en las gasolineras. Otro susto importante fue la destrucción de la sede del Partido Liberal en Londres por los estudiantes y, no digamos, el apedreamiento del coche del Príncipe heredero Carlos de Inglaterra y de su esposa, Camila Parker.
En España, las promesas de Zapatero de no tocar mejoras sociales y el miedo a que la derecha aproveche la crisis para llegar al poder han paralizado hasta ahora a los trabajadores, que se han buscado otras fórmulas en la economía sumergida para paliar los efectos de la hecatombe. ¿Hasta cuándo?
  Rubalcaba lleva también mucho tiempo persiguiendo con ahínco a cualquier grupo o persona que ose enfrentarse al Estado capitalista, ya sean anarquistas, comunistas, ecologistas, okupas o antisistema. Las fichas policiales que se hacen y guardan de los detenidos en las redadas policiales no tienen parangón ni comparándolas con las que fabricaba la policía política de Franco. Policías y carceleros se han convertido en la defensa de primera línea de un sistema que ha renunciado a tratar de convencer a los ciudadanos y que sólo presume ya de “mano dura”.
No es tampoco la primera vez que el PSOE, en el poder, utiliza estos argumentos. Baste recordar los asedios y desalojos que los Antidisturbios y la Guardia Civil montaron contra los trabajadores de los Astilleros y de las Siderurgias que fueron desmanteladas durante la crisis de los años 80 y que mandaron a la calle a miles de personas. No fue tampoco ninguna casualidad que estos ataques violentos contra los trabajadores coincidieran con la creación de los GAL y la guerra sucia contra ETA.
   Todavía es un misterio lo que sucedió en el Consejo de Ministros del viernes 3 de diciembre, pero como ha ocurrido con los informes de los embajadores que está desvelando Wikileaks, al final se sabrá todo. Blanco llevó a la reunión el decreto que aumentaba las horas de trabajo pactadas con los controladores después de que Aena hubiera sido incapaz de encontrar una solución a la ecuación de cómo reducir los escandalosos salarios de los técnicos de control aéreo sin aumentar el personal. Durante todo el año 2010, los pilotos de todas las compañías aéreas venían informando a los pasajeros de que los retrasos se debían a un “conflicto encubierto” de los controladores que estaban aplicando la máxima de trabajar sólo las horas pactadas. Para solventar el problema, a Blanco sólo se le ocurrió sumar a las horas del convenio los tiempos “muertos”, bajas médicas incluidas, como si se tratase de un partido de baloncesto.
  Sabiendo que iba a haber problemas, se incluyó en el decreto la posibilidad de militarizar el servicio. Desatada la huelga salvaje y sin control aéreo se informó a los medios de comunicación de que el problema se iba a resolver enseguida, en cuanto llegasen los militares, pero alguien avisó –muy posiblemente algún general, de que la cosa no era tan fácil y que el Ejército no está para esas funciones. Fue entonces cuando el Gobierno tuvo que disparar más alto y buscar un sistema que permitiera la intervención militar: el estado de alarma, que no estaba previsto y que hubo que improvisar a toda prisa.
  En la tarde y noche del viernes 3 de diciembre, en medio del caos aéreo, los ministros, Carmen Chacón la primera, como titular de Defensa, pudieron darse cuenta de que  Blanco y Rubalcaba habían puesto en marcha una máquina infernal que no había cómo pararla. Estaban dispuesto a todo y nadie sabe lo que habría pasado si los controladores se hubieran negado a volver a sus puestos a partir del sábado a mediodía. Ni siquiera Sarkozy, con problemas en el suministro de carburantes, por la huelga de los trabajadores de las refinerías, se había atrevido a tanto.

PELIGROSO PRECEDENTE


  Ningún ministro se atrevió a decir esta boca es mía, viendo a Zapatero que aprobaba la escalada de medidas que iban exponiendo Blanco y Rubalcaba. Todos ellos prefirieron irse a casa a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. La oposición, desde el PP hasta IU, tampoco lograba salir de su asombro y los sindicatos hicieron mutis por el foro aun sabiendo que la próxima huelga que quieran hacer en los transportes o en algún otro servicio básico cuenta ya con la espada de Damocles del estado de alarma.
Los medios de comunicación, obnubilados por las escenas de “terror” de los aeropuertos tampoco supieron estar a la altura de los acontecimientos: la culpa era de los controladores y el Gobierno había reaccionado para defender el derecho a irse de vacaciones en el puente.
  De la misma manera, una vez puesto en marcha el estado de alarma, el silencio se ha vuelto a imponer sobre las constantes faltas de puntualidad de los aviones en España, ya no es noticia que decenas de viajeros lleguen con dos o tres o más horas de retraso.
Zapatero, alentado pepio2.jpgpor Rubalcaba y Blanco, quiere creer que esta política de gestos duros le va a dar réditos electorales, algo parecido a lo que le ocurrió a Aznar –éste por su propia cuenta- cuando decidió que no tenía por que preocuparse del vertido del “Prestige” o cuando decidió que ya era hora de que el Imperio español entrase en una guerra de la mano de los norteamericanos y los británicos. A falta de soluciones, mano dura, que “eso es lo que quiere la gente”.
  No es una anécdota poco importante el desalojo ordenado por José Bono, a voz en grito y con voz de Tejero, del grupo de actores y actrices que habían acudido al Congreso para expresar su apoyo al pueblo saharahui: “Que los echen y los entreguen en la Comisaría del Congreso, para que les tomen declaración por si han cometido algún delito”. Un presidente de las Cortes franquistas no lo habría hecho “mejor”.
No es de extrañar que Rajoy esté cada día más asombrado, ya que desde que el PSOE ganó las elecciones de marzo de 2008, Zapatero le ha ido “robando” las soluciones típicas de la derecha, empezando por la “mano dura” en el país Vasco y siguiendo por la rebaja del salario de los funcionarios o por el aumento de la edad de jubilación, que ya es inevitable, a no ser que los sindicatos le planten cara con estado de alarma incluido.
  El tiempo dirá –como ocurrió con los GAL- que todas estas medidas anti huelga, porque en definitiva se trata de acabar con el derecho de huelga- son ilegales y anti constitucionales y hasta es posible que veamos cómo algunos de sus promotores acaba pagando las consecuencias, pero eso al Sistema, a los banqueros y políticos, no les preocupa ahora, lo que importa ahora es meter miedo, terror si hace falta, para que nadie se mueva, que los parados se vayan a casa a rumiar su desgracia o se suiciden, que los jóvenes que no se puedan pagar los estudios, que se aguanten con lo que les ha tocado, y que los enfermos que no puedan ser atendidos por la Seguridad Social se mueran. Viva el fuerte y muera el débil, viva el malo y muera el bueno, viva el libertinaje de los ricos.