LA MALA EDUCACIÓN

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  Los indicadores sobre la educación en España no invitan al optimismo. Según PISA y otros informes, ocupamos uno de los últimos lugares en inversión educativa y el fracaso escolar es de cerca del 30%. Si la educación se considera un gasto en vez de una inversión y se la pone en el punto de mira de los recortes, las consecuencias son el deterioro del servicio público. Esto sucede en varias comunidades autónomas.
  El caso del gobierno Aguirre es paradigmático. Las instrucciones del nuevo curso en secundaria suponen: la ampliación de la jornada lectiva de 18 a 20 horas, con la consecuencia directa de la destrucción de 3.000 puestos de trabajo (a añadir a 2.500 del curso pasado).y el intento de suprimir las tutorías colectivas. Con 5.500 profesores menos para mayor volumen de alumnos, la calidad educativa se reduce y aumentará el fracaso escolar.
  Flaco servicio hacen al reconocimiento social del profesorado si para imponer las medidas intentan desacreditarle, falseando la cantidad y la calidad de su trabajo. Su labor es mucho más que las 20 clases e incluso que las 37.5 horas semanales. Según la UNESCO, una hora de trabajo de profesor equivale a 3 horas de otros trabajos. Es obvia la gran responsabilidad social que tiene educar y enseñar a los jóvenes.
El problema no es la jornada. Muchos profesores prefieren tener no 20, sino 21 clases, pero con 21 alumnos, en vez de con 30 en ESO o 40 en bachillerato. Y renunciar a la propina salarial que ofrecen. Los recortes son una opción política e ideológica. Sí hay dinero para desgravar 90 millones de euros a las familias con hijos en la enseñanza privada, para aumentar los conciertos o crear policías autonómicas innecesarias.
  Se habla de la necesidad de estabilidad legal, pero también la inversión en educación debería de ser intocable y no aplicarle ajustes. La sociedad española tiene derecho a una educación pública de calidad como base del desarrollo económico y del bienestar social. Estos recortes suponen invertir en mala educación y en destrucción del empleo y del futuro. Si no, resuelvan la ecuación: menos gasto-menos profesorado-más alumnado, a ver qué les sale. Habrá otoño caliente para evitarlo.