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El festín de los tránsfugas

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  Hace unas semanas Rosa Aguilar aceptó la oferta hecha por el Presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero para pasar a desempeñar el cargo de Ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino en la remodelación de gabinete más importante de esta legislatura.
  

 

    Los rumores y habladurías sobre la posibilidad de que Rosa Aguilar se incorporara al ejecutivo de Manuel Chaves empezaros a suscitarse después de las elecciones autonómicas andaluzas de 2008, elecciones en las que el PSOE revalidó la mayoría absoluta en la cámara, unas elecciones autonómicas que fueron celebradas al mismo tiempo que las elecciones legislativas en las que Izquierda Unida obtuvo los peores resultados de su historia. La propia interesada se hartó de repetir en los medios de desinformación que esa noticia era falsa e infundada y que su compromiso con la renovación de Izquierda Unida se mantenía intacto.
rosa_aguilar_1_copia.jpg  No faltaron voces dentro de las diversas federaciones que componen Izquierda Unida pidiendo explicaciones a la Alcaldesa de Córdoba por una filtración que parecía buscar la desaparición definitiva de la coalición de izquierdas en un momento muy crítico tras el hundimiento electoral de 2008.
  Hoy asistimos a la constatación definitiva de un hecho que parecía inminente. Rosa Aguilar se pasa con armas y bagajes al PSOE. Y no se va con las manos vacías de Izquierda Unida como los integrantes de antiguas escisiones por la derecha. Rosa Aguilar se estrena como ministra tras un breve paso por un gobierno regional. Y esto tiene múltiples lecturas y consecuencias. Rosa Aguilar empezó dejando tirados en la cuneta a sus electores cordobeses a los que siempre juró dedicación y lealtad tras repetir en multitud de ocasiones en público que sus planes más inmediatos pasaban por terminar la legislatura al frente del consistorio cordobés. Otra mentira más que añadir a su largo currículum de provocaciones y salidas de tono.
  Rosa Aguilar dejó muy claro en público que, tras las elecciones legislativas en las que Gaspar Llamazares pasaba a ser el único parlamentario de Izquierda Unida en el Congreso de los Diputados, se iba a comprometer al máximo en la nueva etapa que iba a culminar en la novena Asamblea Federal de Izquierda Unida. A esta Asamblea acudió integrada dentro de la plataforma “Por una Izquierda Unida Abierta”, sector llamazarista cuyos planteamientos prescribían el abandono definitivo de los rasgos y las propuestas programáticas fundacionales de Izquierda Unida y su sustitución por otros en los que primaban los pactos a calzón quitado con el PSOE y una paulatina asunción de los postulados políticos de la muy cacareada “Izquierda Verde”. Entreguismo y derechización en estado puro.
  Esta propuesta liquidacionista y subalterna del PSOE fue derrotada ampliamente gracias a la victoria de la lista promovida por el Partido Comunista de España (PCE), junto con otras sensibilidades de la organización, una lista en la que el denominador común de la propuesta alternativa había girado en torno a la crítica de la deriva derechista y antidemocrática del conjunto de Izquierda Unida, durante la etapa en la que Gaspar Llamazares ejerció como máximo responsable federal de IU, etapa en la que, Rosa Aguilar fue uno de los máximos apoyos orgánicos del político asturiano.
  Como ejemplo de la concepción claramente antidemocrática que siempre ha tenido de la política en general y de Izquierda Unida en particular, y viendo como se iban desarrollando los diferentes debates en los colectivos locales, Rosa Aguilar amenazó ante la prensa con abandonar el barco si el resultado de la Asamblea no era de su agrado.
  Con su incorporación al Gobierno del nuevo Presidente Griñán y su posterior entrada en el ejecutivo central de Rodríguez Zapatero, Rosa Aguilar parece culminar sus aspiraciones personales y políticas, como antaño muchos ex compañeros y ex compañeras, muchos de los cuales empezaron militancia en el PCE y en Izquierda Unida y han acabado dando con sus huesos en la famosa “casa común” de la izquierda ladrona y choriza. De este museo de los horrores destacamos, entre otros, como ejemplos de indecencia y de traición a los ideales emancipadores a Santiago Carrillo, Jordi Solé Tura, Cristina Almeida, Rafael Ribó, Diego López Garrido, Antonio Gutiérrez y Ricardo Peralta, vividores de las subvenciones y prebendas que el sistema suele entregar a todos aquellos que hacen dejación de sus ideas originales para a cambio gestionar las instituciones en función de los intereses de las clases explotadoras.
  La trayectoria de Rosa Aguilar, prototipo de burócrata pseudoprogre y anticomunista, muy típico del paisaje de charanga y pandereta que abunda tanto en la política española, empezó a fraguarse en su Córdoba natal, al albur de las Comisiones Obreras y del PCE en el que entra en 1974. Tras licenciarse en Derecho en la Universidad de Sevilla en 1980 y trabajar durante 5 años en la asesoría laboral del sindicato monta un bufete dedicado a temas matrimoniales, laborales y mercantiles junto a un grupo de compañeros. En las primeras elecciones municipales en las que se presenta Izquierda Unida (año 1987), Rosa Aguilar sale elegida concejala en el Ayuntamiento de Córdoba por esta formación política. No termina el mandato ya que en las elecciones al Parlamento de Andalucía de 1990 obtiene escaño por la provincia de Córdoba. Tampoco acaba el mandato en esta ocasión ya que se presenta de cabeza de cartel de Izquierda Unida por la provincia de Córdoba en las elecciones generales de 1993 obteniendo acta de diputada en el Congreso, escaño que renovará en las elecciones adelantadas por Felipe González en 1996. Como podemos apreciar lo de ir dejando tirados a sus electores no es algo nuevo para Rosa Aguilar.
  En la época más próspera de IU, Rosa Aguilar llegó a ejercer como portavoz del grupo parlamentario federal de Izquierda Unida en el Congreso de los Diputados en un momento muy complicado tras la declaración de guerra a Julio Anguita abierta por Nueva Izquierda, el Grupo PRISA y la mayoría de Iniciativa per Catalunya-Verds. De los muchos ataques recibidos por la pujante Izquierda Unida comandada por Julio Anguita sobresale aquel en el que Rosa Aguilar lidió con las federaciones controladas por Nueva Izquierda entre 1996 y 1998. De estos episodios llegó a tener un enorme eco en los medios la actitud del que fuera máximo responsable de Esquerda Unida de Galicia, Anxo Guerreiro, quien sin consultar al Consejo Político Federal de IU, decidió concurrir a las elecciones autonómicas gallegas de 1997 en coalición con el PSOE y Los Verdes, incumpliendo claramente tanto la soberanía, como los acuerdos federales de Izquierda Unida en relación a la política de alianzas.
  Pocos lo recordarán pero Rosa Aguilar acudió a Galicia a última hora para registrar las candidaturas avaladas por la dirección federal de Izquierda Unida, aprovechando su visita para arremeter ante los micrófonos de Televisión española contra Guerreiro, por unos hechos que curiosamente ella mismo ha repetido 12 años después.
  En ese contexto de agresión en forma de manipulación constante e intoxicación masiva promovida por el brazo mediático del PSOE, Rosa Aguilar tuvo que gestionar el abandono de los tres diputados miembros de Nueva Izquierda y los dos de Iniciativa per Catalunya, diputados que decidieron abandonar el Grupo parlamentario de Izquierda Unida para marcharse al Grupo mixto, convirtiéndose de esa manera en tránsfugas y claros vulneradores de la voluntad popular expresada en las urnas.
  De esos tránsfugas podemos reconocer entre otros a Manuel Alcaraz, diputado por Alicante, profesor de Derecho constitucional y actual presidente de un conocido foro de debate de Alicante muy vinculado al PSOE; Ricardo Peralta, actual Delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana puesto a dedo por su amiga María Teresa Fernández de la Vega y brazo armado de la represión gubernamental en contra de las reclamaciones legítimas de los vecinos del barrio del Cabanyal en la ciudad de Valencia, así como reconocido apoyo de las bandas fascistas valencianas a las que concede autorizaciones sin control para que puedan cantar sus soflamas xenófobas por las calles de los municipios valencianos; Cristina Almeida, recolocada posteriormente como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las elecciones regionales de 1999 por el PSOE, unas elecciones en las que fue barrida sin contemplaciones por Alberto Ruiz Gallardón; Joan Saura, actual consejero de interior de la Generalitat catalana, muy dado a reprimir a hostia limpia a los grupos alternativos catalanes, a la par que azote sin escrúpulos de los estudiantes anti-Bolonia contrarios a la privatización de la Universidad pública.
  Como portavoz en el Congreso Rosa Aguilar fue la encargada de recordar la situación ilegítima de los cinco tránsfugas y reclamar la aplicación rigurosa del recién estrenado pacto nacional contra el transfuguismo.
¡¡¡Quién la ha visto y quién la ve!!!
  Estos datos demuestran que el PSOE siempre ha tratado de socavar la estabilidad y la integridad de Izquierda Unida con la creación en su seno de corrientes renovadoras que hicieran el máximo daño posible a la organización (verbigracia Nueva Izquierda), representantes que con el paso de los años han sido recolocados en destacados puestos de influencia en la órbita de la socialdemocracia pesoista. Roma no paga a traidores, pero el PSOE sí.
  Siguiendo con la descripción de su floreciente currículum, tras su etapa como máxima responsable en el Congreso de los Diputados, Izquierda Unida accede a presentarla como candidata a la alcaldía de Córdoba de 1999, y pese a conseguir para su formación el segundo puesto tras el Partido Popular, se hizo con la alcaldía merced a un pacto con el PSOE.
En las elecciones locales de 2003 consiguió su mejor resultado al obtener 13 concejales frente a los 12 del Partido Popular y los 4 del PSOE.
En las últimas elecciones municipales de 2007 el PP se quedó a pocos votos de la mayoría absoluta y 14 concejales, y gracias a otro pacto con el PSOE (6 ediles) Rosa Aguilar consiguió conservar su puesto al frente de la alcaldía con sus 9 ediles.
  De las tres citas a las que concurrió como cabeza de lista de IU, Rosa Aguilar sólo alcanzó la victoria en número de votos el 2003, de ahí que sus compañeros cordobeses no tuvieron más remedio que negociar con el PSOE un acuerdo de gobierno que les dejaba a expensas de los deseos de los jerifaltes locales del PSOE.
  La reciente “evolución” ideológica de Rosa Aguilar ha desembocado en unos planteamientos derechizadores en los que han primado, sus infinitos deseos personales de promoción personal por encima de cualquier posición política colectiva. ¿Se puede diferenciar la gestión que ha llevado a cabo Izquierda Unida del Ayuntamiento de Córdoba de la efectuada en otros ayuntamientos gobernados por el PP o por el PSOE?
Rosa Aguilar llevaba muchos años explicando en público y en privado que su modelo de Izquierda Unida debía pasar por un entendimiento global con el PSOE y con los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, justo ahora con toda la que está cayendo tras el fracaso del modelo económico neoliberal auspiciado por esos mismos grupos con los que Rosa Aguilar pretende “intimar”. 
  Rosa Aguilar consideraba y considera a la monarquía como una fórmula válida y adecuada para el Estado Español. Nunca se le pasó por la mente reivindicar la lucha por la República, ni tan siquiera la memoria de todos aquellos hombres y mujeres que se dejaron la vida luchando por la legalidad democrática de la Constitución española de 1931. Ella siempre fue fiel a la Constitución de 1978, texto legal nacido del pucherazo transicional, consensos que nunca puso en duda incluso en los actuales tiempos de crisis capitalista. Ya se lo dijo en una entrevista a otra Rosa, su amiga la gusana anticubana y antibolivariana Rosa Montero: “Don Juan Carlos es un buen monarca”.
  En vez de asumir los compromisos de su organización en esta reivindicación, Rosa Aguilar siempre prefirió acudir a actos de afirmación monárquica, a los que concurría como máxima representante del pueblo de Córdoba, sin importarle el hecho de que había sido elegida en las listas de una formación política declarada republicana.
  A diferencia de Julio Anguita o del mismísimo Gaspar Llamazares, los cuales nunca aceptaron la invitación a las diferentes bodas de los hijos del Borbón, Rosa Aguilar ha disfrutado siempre codeándose con lo más granado de la cutrez aristocrática en estos saraos impresentables.
Rosa Aguilar nunca respetó los acuerdos políticos adoptados en los órganos de dirección tanto a nivel federal como regional en Andalucía, si éstos iban en la dirección contraria a su forma de pensar. Cuando algún compañero ha tenido a bien recordarle estas actitudes, Rosa Aguilar se ha defendido aduciendo su libertad personal de elección, la cual ha usado en multitud de ocasiones para difamar e insultar a compañeros y cuadros contrarios a sus políticas caciquiles en el Ayuntamiento de Córdoba.
  Siempre se ha jactado en los micrófonos de PRISA de apoyar una “renovación profunda para Izquierda Unida”, y eso pasaba, como todos sabemos, por derechizar el mensaje, por hacerlo más “respetable” ante la opinión publicada, una izquierda voluble y manejable para no enfadar a los dirigentes del PSOE y justificar una condescendencia ilimitada con las políticas de derechas que practican estos vividores de la política allá donde gobiernan.
  Llama la atención su feroz animadversión al PCE, al que sin duda debe parte de su currículum, pues fue al abrigo de este partido, en su Andalucía natal, donde Rosa Aguilar empezó a hacer carrera política. Como todo buen converso, repite hasta el aburrimiento los tradicionales discursos bienpensantes sobre el papel que debería jugar el PCE, para ella sin duda testimonial, ya que a todo aquel que quiere vivir del negocio de la política en las instituciones del sistema le deben parecer molestos los análisis que realiza este partido; unos análisis que desnudan sus actuales ambiciones poltronescas.
  Para terminar de analizar la poca catadura moral de la susodicha, baste con recordar a la audiencia uno de los momentos históricos en los que Izquierda Unida destacó por su coherencia y defensa de los postulados de izquierda transformadora y alternativa. Izquierda Unida, junto a sindicatos de base y movimientos sociales, se apresuraba a defender las 35 horas de trabajo semanal sin reducción salarial, propuesta que situaba claramente al PSOE en el campo del capitalismo neoliberal. Se trataba de una propuesta que ponía en cuestión el modelo de construcción europea tras la aprobación del Tratado de Maastricht, en el que primaba una exacerbada huida hacia posturas neoliberales y desreguladoras en la dinámica de la construcción europea. Junto a muchos compañeros y camaradas, Rosa Aguilar abanderó la lucha contra estas medidas desde el Congreso de los Diputados y en la calle, en una movilización donde se recogieron más de 500.000 firmas para apoyar esta iniciativa legislativa popular. Eran los tiempos en los que Míster X se refugió en los escaños de la burguesía regionalista de CiU y PNV para poder conservar el poder. A pesar de la propaganda barata de “la pinza” entre PP e IU difundida hasta el aburrimiento por el grupo PRISA, baste recordar que fue el mismo Felipe González el que prefirió pactar su estabilidad parlamentaria con CiU antes que con Izquierda Unida, tras el ofrecimiento de un programa alternativo hecho por Julio Anguita en la tribuna del Congreso de los Diputados.
  Los diputados de Izquierda Unida fueron los únicos que se opusieron a la reforma laboral impulsada por el PSOE con el apoyo de los sindicatos mayoritarios, la patronal y el PP, reforma que el año 1994 introducía la creación de las empresas de trabajo temporal (ETTs), una reforma que fue cocinada por el que era Ministro de Trabajo en aquel momento Jose Antonio Griñán y actual Presidente de la Junta de Andalucía, el mismo que ofreció a Rosa Aguilar integrarla en su ejecutivo autonómico.
  Rosa Aguilar entró en el gobierno andaluz, cuando aún pertenecía a otra rganización que, legítima y democráticamente había decidido decirle no al candidato a suceder a Manuel Chaves al frente del Gobierno andaluz. El mismo PSOE que hace poco homenajeaba a la Duquesa de Alba y reprimía a porrazo limpio a unos sindicalistas del SAT que, indignados por la condecoración ofrecida a la terrateniente, se manifestaban pacíficamente ante la puerta del Parlamento de Andalucía reclamando una distribución equitativa de las subvenciones europeas al campo andaluz.
  Sus actitudes chulescas y desafiantes con Izquierda Unida no habían disuadido al nuevo coordinador general Cayo Lara, que hace unos meses ponía por las nubes a la cordobesa declarando que “hacían falta en Izquierda Unida muchas mujeres como Rosa Aguilar”. De hecho hasta su reciente desbandada de la nueva comisión permanente federal de Izquierda Unida, Rosa Aguilar ejercía como portavoz de relaciones institucionales de la nueva ejecutiva elegida después de la celebración de la novena Asamblea federal
 La cara de circunstancias de Cayo Lara ante los medios al conocer la noticia nos lleva a afirmar que no es posible defender un programa alternativo de base popular y de oposición al sistema vigente con una posición que trate de integrar a individuos como Rosa Aguilar.
  La traición de Rosa Aguilar hacia sus ya antiguos compañeros de Izquierda Unida nos recuerda que, a pesar del impulso inicial en contra del atlantismo del PSOE, Izquierda Unida nació como una propuesta formulada desde el seno mismo del sistema, reproduciendo para mal las peores prácticas institucionales y orgánicas del PCE; aunque también es cierto que en la articulación inicial tuvo una impronta destacada la crítica a las claudicaciones ideológicas del carrillismo.
  El camino elegido por las diversas direcciones (a pesar de Julio Anguita) primaba la lucha electoral por encima de la imprescindible lucha ideológica y la confrontación radical con el sistema político nacido de la “Transición”, ya sea en su versión “progre” (PSOE) o en su versión ultraconservadora (PP). Un ejemplo de estas claudicaciones ideológicas las encontramos en la actualidad en la inacabable lista de municipios en los que IU colabora con el PSOE, dando por buenos unos acuerdos políticos incoherentes con lo aprobado en los diferentes órganos de dirección.
  Mención aparte merece la actitud de Izquierda Unida y del PCE en relación a la táctica que debe ser seguida en Comisiones Obreras. Muchos han olvidado a la velocidad del rayo que hace apenas 20 años los militantes comunistas eran expulsados de este sindicato por su coherencia ideológica, mientras que con el paso del tiempo, anticomunistas furibundos comoAntonio Gutiérrez o Fidalgo despojaban a CCOO de sus rasgos alternativos, cayese quien cayese. Demasiados dirigentes,tanto de IU como del PCE,han visto con buenos ojos la elección de Ignacio Fernández Toxo como nuevo secretario general del sindicato. ¿Locura momentánea o síndrome de Estocolmo?
   A pesar de todas estas desvergüenzas, podemos afirmar con satisfacción que Rosa Aguilar por fin se ha largado de IU, que ya nunca volverá a humillar a los ilitantes con sus declaraciones derechistas y progubernamentales, y que pese cómo se han desarrollado los acontecimientos, y  que sin duda tanto ella  como el PSOE han tratado de hacer el máximo daño posible a Izquierda Unida, hoy la organización puede salir fortalecida de esta nueva provocación.
  Ahora sólo hay que sacar las conclusiones acertadas y mirar al futuro con claridad y con las mismas ganas de siempre por transformar este injusto sistema capitalista, un sistema que hoy cuenta con una nueva gestora a la que sin duda recompensará como suele hacer con todos los que se venden traicionando las ideas de izquierdas.